En marco de exposición en Proyeto Sala 2, Centro Cultural Borges, Buenos Aires, mayo 2003
C.L: ¿Qué estás tratando de hacer?
C.H: Arte, supongo. Una obra que no sugiera una lectura final, ni siquiera para mí.
C.L: Suena bárbaro eso, pero me parece medio obvio. Creo que se puede pensar que a todos los artistas les gustaría lograr eso. Me gustaría que me dieras alguna clave para interpretar tus obras.
C.H: Una cosa que siento muy a menudo es la dificultad de decir algo válido. Todo tiene una o miles de objeciones. La única manera de decir algo válido, creo, sería decirlo todo. Como soy un humano, y no soy “todo”, eso me es imposible. Entonces, creo que lo que hago es tratar de construir objetos complejos, que invoquen muchos niveles de significado diversos, en un todo que no parece decir nada en absoluto. Ni siquiera que sugiera un azar en su construcción. De esta manera siento que podría llegar a lograr suspender en el espectador la mirada reductivista con la que nos manejamos cotidianamente.
C.L.: ¿De qué manera creés que ocurre eso en los cuadros, por ejemplo?
C.H: No ocurre, francamente. Como me dijo Marita Begué, la obra que yo quiero aún no existe. Siento que estoy buscando, experimentando en diferentes medios. En un punto creo que esta muestra debería ser vista como una sola obra. Entre todas las piezas quizá ocurre algo.
C.L.: Que se pueda ver la voluntad que las une...
C.H.: Claro, como que si yo tiro dardos contra un punto en la pared seguramente no le emboque, pero se va a poder intuir, luego de muchos intentos, cuál es ese blanco. Es como la estadística.
C.L.: ¿Cómo es eso?
C.H.: Claro, una muestra, cuantas más observaciones de una población posee, mejor puede aproximar cuál es la característica que las une.
C.L.: Contame cómo sentís que se lee tu postura política. Tu uso del inglés, tu biografía, tu tratamiento de la violencia...
C.H.: Bueno, por un lado esta la obviedad de que no es necesario sacarle una foto a un desempleado para hacer arte político. Considero que todo tiene una lectura política. Lo político es sólo otro lente a través del cual uno puede interpretar cualquier obra de cualquier artista. Puedo analizar una obra desde lo formal, desde lo conceptual, lo político... Como toda categoría, es una herramienta de discusión y nada más. Aún así, siento que hago mi obra con una intención fuertemente política, pero habitualmente considero que la militancia es inútil.
C.L.: ¿Cualquier tipo de militancia? Uno podría pensar que tu obra es un tipo de militancia...
C.H.: Es cierto. Sí, me gusta verlo así... Supongo que militancia es una palabra amplia. Como que elegir no comer en McDonald’s o algo así puede ser un tipo de militancia también... No sólo es tirarle piedras a una embajada, ¿no?
C.L.: En relación con esto, quería que me contaras cómo pensás tu uso de la esvástica.
C.H.: Para mí es un símbolo que es interesante para investigar el tema de la dirección, del vector. Como que no hay “lugares” sino “direcciones”. Prefiero no pensar en términos de lugares separados, sino mas bien en términos de direcciones diferentes en relación a una continuidad... A lo que me refiero con “pensamiento de lugares” es, por ejemplo, al pensamiento dicotómico. En contraposición a esto me parece que de la otra manera uno puede pararse desde un lugar más humilde al enfrentar la complejidad de las cosas. Además, la esvástica también posee gran complejidad: tiene una enorme carga política y religiosa (en el budismo funciona como el yin yang), se lee usualmente como signo pero también posee una forma funcional. Creo que además me atrajo el hecho de que me daba miedo usarla.
C.L.: Por la relación al nazismo. ¿Tu apellido es judío?
CH.: No. Huffmann es un apellido alemán, y la doble “ene” es explícitamente señal de que es un nombre no-judío. Por otra parte, mi abuelo Huffmann peleó contra Alemania y fue prisionero durante la Segunda Guerra Mundial. Él era de nacionalidad belga. De todas maneras no creo que la historia personal enriquezca la lectura de las obras. Quizá pienses lo contrario...
C.L.: ¿Qué roles pensás que cumplen “la violencia” y “el sexo” en tu obra?
C.H.: Siento que las trabajo como dos fuerzas en tensión, y que esa tensión es algo así como “el tema” de la obra. Todas las imágenes más explícitamente sexuales están teñidas de violencia, y viceversa. El estilo de dibujo que uso proviene del “manga” japonés, que siempre me interesó porque contrasta una inocencia infantil con constantes alusiones a una sexualidad extrema. Por otro lado mis imágenes de violencia son generalmente muy fálicas. Al tema de mi obra es muy fácil atribuirle una valoración negativa, decir que “eso es malo” o “obsceno”. Por esto, creo que el espectador inicialmente está esperando que se vea una “denuncia” en la obra. Como no hay denuncia, pasa otra cosa. Por ahora, con que ocurra algo irritante me doy por satisfecho.