Huffmann, entre mitos griegos y David Lynch, por Lucrecia Palacios Hidalgo
Ámbito, 1 de diciembre de 2009


Hasta el próximo viernes puede visitarse en Sendrós Extraño gobernante para un corazón, la última muestra individual del joven artista Carlos Huffmann. El título de la exhibición, que podría con toda justicia ser el de una película de David Lynch, introduce al clima enrarecido y pasional que se respira en la exhibición. La primera obra, de hecho, escribe ¨Dios se ha vuelto irreconocible¨. Y, en el centro de la sala, custodiado por dos enormes óleos, un cuerpo desmembrado cuelga desde el techo. Es la versión de Huffmann de la caída de Ícaro. Las costillas se le han abierto como un libro y desde allí explotan diferentes pelotas. Adheridas a sus alas, colillas de cigarrillos, monedas de bajísimo valor, materiales irreconocibles, como si en vez de caer, Ícaro hubiese estado revolcándose en la mugre.

Desde las paredes avanzan dos enormes camiones. Huffmann se basó en fotografías que él mismo tomó en el campeonato del Paris Dakar, pero, como hacía con las revistas que expuso recientemente en arteBA, les colocó tanta pintura encima que de la fotografía sólo queda una profunda sensación de realidad. Pinta pajaritos allá, calaveras y cuernos, y algunos lemas que tienen el ritmo y la violencia del postpunk: The meaning of the beast; odio, odio la crueldad.  

Un autorretrato llorando en clave manga o los dibujos que fueron arrancados de libretas, trabajan una zona más intimista y detenida. Algunos, incluso, fueron corregidos con liquid paper, como si se tratasen de esbozos realizados por un adolescente aburrido en la clase de química. ¨Es que en el posmodernismo, el último momento para creer en algo es la adolescencia; después, si querés participar del mundo tenés que ser cínico¨. Dice, en la entrevista que le realiza Inés Katzenstein para la exhibición, Huffmann, con un extraño tipo de melancolía.