La política también es arte. A propósito de «Dos soles», de Adrián Villar Rojas
por Carlos Huffmann. Otra Parte Semanal, 17 de diciembre de 2015


Una de las imágenes simbólicas más poderosas producidas durante el gobierno kirchnerista es la del Monumento a Cristóbal Colón desmantelado y a la espera de su mudanza. Colón estuvo varios meses a la intemperie, acostado boca arriba y amordazado por el arnés con el cual fue removido de su pedestal. Fotografiado centenares de veces, a la vista de todos, debatido políticamente y discutido en los medios, es indudable que algo en la mente colectiva de la Argentina se transformó mediante esta operación en el corazón político de la ciudad.

El trabajo con lo simbólico está muy al frente en la producción de Adrián Villar Rojas y probablemente sea el aspecto que va más a contracorriente de ciertas convenciones del mainstream contemporáneo. Sigue vigente la idea colonialista impulsada desde los centros mundiales de poder de que el arte superior es el que se limita a hacerse preguntas sobre los problemas del lenguaje, operaciones supuestamente libres de particularidades socioculturales. Con esto se intenta diferenciar a las sociedades que pretenden haber llegado a una instancia de realización, al final de su historia. Trabajar con lo simbólico sería un síntoma de subdesarrollo.

En su primera muestra en la galería Marian Goodman de Nueva York, Villar Rojas presentó una escultura realizada en su material más característico, la arcilla reforzada con cemento. Se trata de un remake del David de Miguel Ángel, descansando finalmente después de tantos años de pie sobre su pedestal. Recostado sobre su hombro izquierdo, el contraposto relajado hacia una posición de descanso, los ojos cerrados. El suelo de la sala está cubierto de unas baldosas incrustadas de residuos de la civilización humana, en línea con sus trabajos recientes que invocan una instancia futura del Antropoceno: la humanidad como capa geológica del planeta. El David se encuentra precariamente sostenido por dos lápidas rectangulares, dando la sensación de que un movimiento en falso del espectador podía causar una catástrofe. El sueño del David enfatiza lo delicado de su situación. Esta tensión parece resonar con otro suceso simbólico/político reciente: la destrucción por parte de Ejército Islámico de antiguos monumentos y artefactos históricos en Iraq, Siria y Libia. Esta acción no fue motivada exclusivamente por una preocupación por la transformación simbólica: los pedazos fueron vendidos para financiar las campañas militares del grupo fundamentalista. Pero el impacto de ver a soldados reduciendo a escombros una esfinge sumeria dejará una huella en el imaginario de la humanidad.

El título de la exposición de Villar Rojas es Two Suns, en referencia a la fotografía que acompaña la invitación a la muestra, donde se retrata una bandera argentina a la cual el artista le ha hecho bordar un segundo sol. Este gesto puede ser interpretado de muchas maneras, pero es sobre todo una enunciación de principios. Si la política es el arte de transformar la realidad, el arte puede hacer lo propio transformando el imaginario cultural que la sostiene.