NFT: una conversación sobre arte en tiempos de hiperinflación criptográfica
Conversación entre Carlos Huffmann y Julián Brangold. Otra Parte Semanal, febrero de 2022


Carlos Huffmann: En esta conversación vamos a investigar el universo tecnológico a partir del cual emergen los NFT. Haremos un abordaje general sobre el mundo crypto con foco en los aspectos que son de mayor interés para el campo del arte. Intentaremos utilizar un lenguaje claro que ayude a entender de qué se trata este fenómeno tan resonante, que recibe tantas críticas, muchas de ellas justificadas, y que también genera muchísima expectativa y especulación. Julián, vos sos un artista que trabaja con herramientas digitales, te quería preguntar cómo fue tu primer encuentro con el concepto del NFT y cómo empezaste a participar de ese mundo.

Julián Brangold: Yo vengo de una relación con la escena tradicional del arte de unos once o doce años. Estudié cine pero después muy rápidamente me aboqué a medios más plásticos como la pintura, el collage, el dibujo. Eso fue gran parte de mi carrera artística hasta que, más o menos en 2016, empecé a trabajar con medios digitales, ilustración digital y luego software 3D, en procesos que arrancaban desde principios tecnológicos pero después tenían su expresión en formatos físicos. Mi trabajo se relaciona con la tecnología hace mucho, como herramienta y como tema, pero hace unos cinco años que volqué mi práctica casi exclusivamente a los medios digitales. A principios de 2020, un amigo que es artista generativo, pero que también tiene mucha relación con el mundo del arte tradicional, me contó sobre esto, me dijo que me tenía que meter porque yo ya tenía mucha obra digital que no tenía posibilidad de circulación en el mundo tradicional del arte.

CH: Como anticipamos, empiezan a aparecer palabras que sería bueno ir clarificando. ¿Podrías definir qué sería ese arte generativo que hace tu amigo?

JB: Es el arte hecho con código informático, donde en general se programa un código que produce una imagen distinta cada vez que el código se ejecuta. Entonces el o la artista genera como una suerte de primer terreno y después hace un trabajo de edición con las imágenes para seleccionar de entre las cientos de miles que puede generar ese software.

CH: Volvamos a tu encuentro con el concepto de los NFT.

JB: La persona que me introduce a esto es alguien que viene hace mucho tiempo tratando de encontrar un lugar en el mundo del arte tradicional y como su obra es puramente digital siempre se veía obligado a hacer un compromise, como una suerte de traducción a un formato que se adaptase mejor a ese mercado, cuando en realidad no era tan natural para ese tipo de obra. Por esto a él las plataformas de NFT le resultaron muy interesantes desde el principio. Me contó de qué se trataba y yo entré, un poco reticente. La primera impresión que uno puede tener es que está todo mezclado, que es caótico y que hay muchas disciplinas mezcladas. La lectura superficial que puede surgir de meterse a investigar, especialmente si venís de la dinámica tradicional de obra, galería, institución, etcétera, es que se trata de un caos desorganizado. Al principio es desafiante. De a poco fui aprendiendo un poco más y conociendo gente que ya venía trabajando ahí, poniendo obras en plataformas y ofreciéndolas como NFT. Eso a mediados de 2020, en plena pandemia.

CH: Y el chico que te trajo esa información ¿desde qué año estaba participando de estas plataformas?

JB: Un año antes.

CH: La génesis del concepto de obras de arte NFT: ¿tenés idea en qué año surge?

JB: Es gradual. Arranca en 2014 cuando Kevin McCoy vende un NFT durante una conferencia en el New Museum. Antes había habido unos primeros experimentos donde se hacían coleccionables digitales utilizando tecnología Bitcoin, pero eran muy rudimentarios, la data del objeto digital no estaba on-chain. Estos pueden llegar a ser los primeros NFT. Al poco tiempo apareció Etheria, que es el primer proyecto más parecido a cómo funcionan los NFT que conocemos hoy, en este caso sobre la red de Ethereum. En 2017 se desarrolla el estándar ERC-721, que es una forma estandarizada de escribir contratos inteligentes, y a partir de esto se lanzan varios nuevos coleccionables, entre ellos los CryptoPunks. En 2018 se lanzan las plataformas SuperRare y KnownOrigin, que son las primeras dedicadas exclusivamente a los NFT de arte. Recién a mediados de 2020 se empieza a popularizar mucho más.

Yo me metí en una plataforma, puse mi obra y empecé a tener buena respuesta. Eso me impulsó a seguir investigando y haciendo obra específica para el medio. En paralelo empecé a conocer artistas argentinos que ya estaban utilizando estas tecnologías y teniendo diálogo con gente de todo el mundo que estaba en la misma. Esas dos cosas, por un lado que la obra tuvo una respuesta positiva desde el principio y conocer esta comunidad argentina, me hizo meterme cada vez más y actualmente estoy casi cien por ciento abocado a ese espacio.

CH: ¿Ahí es donde surge el grupo Cryptoarg? Me mencionaste antes de la entrevista que allí tuviste una primera comunidad donde te moviste.

JB: Sí, surge como un grupo chiquito de argentines que se juntan en un Discord —plataforma gratuita de mensajería y distribución digital muy utilizada para el desarrollo de comunidades— para compartir información. Porque en ese momento nadie sabía qué era este mundo, nadie que yo conociera había escuchado ni siquiera el término. Era difícil acceder a información y muy incierto el camino de entrar y explorar una carrera ahí adentro. Estaba bueno tener un grupo de contención donde se compartía información. Incluso acerca de personas concretas del mundo del NFT, gente que trabajaba en plataformas, coleccionistas, etcétera.

CH: Este universo de NFT tiene como característica que es muy “des-geolocalizado”, muy diferente de como uno piensa habitualmente la escena artística de tal país o de tal ciudad.

JB: De hecho, en la filosofía de estas tecnologías es muy fundamental la idea de la descentralización, de lo que emerge un menor énfasis en zonas geográficas o jerarquías de poder. Por lo que puede parecer un poco paradójico formar un grupo de argentines que se llame Cryptoarg, pero en esos momentos fue muy necesario para navegar las primeras experiencias de ingresar a este mundo.

CH: Podríamos decir que este onboarding —un término que se usa para hablar del proceso de adoptar una tecnología y empezar a usarla— en el mundo crypto sigue siendo complicado si no tenés personas que te ayuden a hacerlo, que te den un poco de contexto y recomendaciones respecto de cosas con las cuales tener cuidado.

JB: Sí, y no sólo desde la barrera tecnológica sino también desde la barrera relacional. Porque uno empieza a interactuar mucho con personas que no vienen de las mismas dinámicas; son nuevas dinámicas, nuevos tipos de visión sobre el arte, sobre el coleccionable, sobre la tecnología, etcétera, por lo que está bueno tener dónde rebotar opiniones y compartir experiencias.

CH: Hoy si ponés un hashtag #NFT en la descripción de una imagen posteada en Instagram inmediatamente te empiezan a entrar mensajes al inbox ofreciéndote publicidad paga para dar visibilidad a tu trabajo, e incluso otros ofrecimientos que tienen todo el aspecto de ser estafas.

JB: Totalmente, ahora está mucho más complicado el ecosistema para la gente que recién empieza. Cuando empecé yo, era mucho menos masivo, había menos entidades involucradas y había mucha menos contaminación de spam y riesgos que podrían surgir de gente tratando de aprovecharse del hecho de ser novato. En ese momento era más íntimo, tenías acceso directo a hablar con las plataformas y las personas que las gestionaban, con los coleccionistas, con todo el ecosistema. Ahora es mucho más impersonal, más masivo y está más contaminado. Pasaron menos de dos años y parece otro ecosistema, totalmente distinto.

CH: Creo que es un buen momento para que definamos algunos términos. NFT en español sería “token no fungible”. Token sería como decir ficha, una unidad de algo. Para contextualizar, un ejemplo del mundo criptográfico: Bitcoin es un token también.

JB: Las unidades que se intercambian de esa criptomoneda serían tokens.

CH: La fungibilidad es un concepto que se utiliza mucho en economía para pensar por ejemplo las monedas. Significa, por ejemplo, que mis diez pesos son fungibles con tus diez pesos, en el sentido de que no hay ninguna diferencia entre ellos. Si yo tengo una cuenta con mil pesos y le ingreso cien pesos más, esos cien ahora son parte de “mil cien pesos” y no pueden ser recuperados como un billete específico sino que son simplemente un número que se funde y deja de tener entidad propia. También es fungible un commodity. Podemos traerlo al mundo de objetos familiares, la soja, por hablar de nuestro commodity más característico. Si yo soy un productor agrícola, mi soja no es diferente de la del campo vecino. Cuando la vendo a una empresa donde hacen acopio, mi soja se almacena en un silo mezclada con la de otras personas y paso a ser dueño de un porcentaje de ese acopio, no se diferencia de dónde salió cada grano. El commodity tiene esa característica de fungibilidad también, por eso es un concepto tan importante en el universo económico. En el caso de los NFT, el token no es fungible. ¿Por qué no sería fungible el token en este caso?

JB: Se asume que al generar un token que no sea fungible, ese token tiene una entidad intrínseca y única a esa misma comunidad digital, que no es comparable con otra. Es decir que cada token tiene su propia lógica de valor también, y no puede ser intercambiable por otro token de la misma red como si fuesen indistintos. Sería más fácil usar la definición de tokens únicos, pero es más correcto hablar de tokens no fungibles.

CH: Uno podría decir que es como cuando un banco central de un país lanza una edición limitada de una moneda, para conmemorar por ejemplo la Constitución argentina de 1994. Estas monedas son de curso legal y comienzan a circular. Su valor nominal es fungible, pero como están acuñadas con una imagen diferente podrían adquirir un valor diferente a los criterios de un coleccionista numismático, reduciendo su fungibilidad. Un poco lo que hace el NFT es que toma un fragmento (transacción) de esa blockchain, le relaciona una imagen y lo programa como fragmento no fungible. Es único dentro de esa cadena de tokens, cada token tiene una imagen y una autoría asociada diferente a las demás, y, por lo tanto, no intercambiables.

Intentemos una pequeña definición de qué es una blockchain para los lectores. Uno podría decir que es un sistema bastante revolucionario que permite generar transacciones digitales entre dos individuos, el intercambio de algo parecido a una moneda sin la necesidad de que exista un tercero de confianza que valide que yo realmente entregué esa moneda digital a esa persona y que no se la estoy entregando a dos personas simultáneamente. Posee además una casi completa inmunidad a ser hackeada y garantiza que sea imposible que haya una emisión monetaria por encima de la que está en su programación. Quizás sirva esta metáfora: es como si existiese un libro contable mágico. Todas las personas que participan de esa red tienen un libro idéntico a ese y cuando alguien hace una transacción y por lo tanto hay un cambio en el libro contable, el cambio se ve reflejado en el libro de todos los que participan de este sistema. Cambia simultáneamente para todos los participantes cada vez que hay una interacción, un pasamanos, una operación dentro de ese sistema.

La contracara de este sistema es cómo se sostiene ese procesamiento criptográfico que lo hace casi imposible de manipular: el hash, lo que le da su encriptación y por lo tanto su seguridad. Para ese juego criptográfico es necesario que haya miles de máquinas tratando de descubrir ese hash, que es como una especie de acertijo casi, para que el sistema no pueda ser interferido.

JB: Esa es una de las formas de mantener esa red, la primera que se usó y que por cierto tiempo se convirtió en estándar, pero ahora ya no es tan así. Al principio la forma de mantener la red funcionando se centraba en ese espíritu de descentralización donde el “libro contable” lo tienen todos e implica que las computadoras son las que se ocupan de hacer esas transacciones mediante un esfuerzo computacional. Este sistema de “minería” es totalmente descentralizado y cualquiera lo puede hacer desde cualquier parte del mundo, sin necesidad de tener el permiso de nadie. Las computadoras están constantemente trabajando para resolver problemas matemáticos. Cada tanto tiempo de procesamiento, inevitablemente uno de estos problemas se resuelve y el sistema “premia” a la computadora con una cantidad de la moneda. Entonces la computadora tiene el permiso de ingresar una transacción en la blockchain. Es un sistema muy poco eficiente y tiene mucho desperdicio de energía. Este sistema se llama proof of work (prueba de trabajo). Yo pongo mi computadora a trabajar, gasto recursos, tiempo y energía en hacer ese trabajo, y a cambio la red me premia con una cantidad de la moneda y me permiten ser uno de los que mantiene la red funcionando. Hoy en día hay un montón de blockchains que ya no usan ese sistema primigenio y que bajan el desperdicio de energía eléctrica a casi cero en ese proceso de validación.

CH: Los puristas del Bitcoin dirán que esos sistemas son menos seguros y que traicionan el espíritu original de las criptomonedas. Ethereum, la red sobre la que están construidas la mayoría de las plataformas de NFT, sigue siendo proof of work, ¿no?

JB: Sí, pero tienen un roadmap (hoja de ruta) de cómo piensan llegar a ser proof of stake, que sería la otra manera, más eficiente, de certificar quiénes están comprometidos en mantener la red funcionando. En vez de poner una computadora a trabajar muchas horas para resolver un problema matemático, que no lleva realmente a nada, el sistema de validación consiste en que se pone una cantidad de la moneda en staking —como una suerte de plazo fijo— donde la moneda se bloquea en su uso y da un interés, y a cambio de eso te dan permiso para ser uno de los que mantienen la red funcionando. Hay muchas blockchains que ya usan proof of stake como sistema principal de mantenimiento.

CH: El impacto ecológico que tienen los sistemas proof of work por su tremendo consumo de energía y consecuente huella de carbono ha impulsado a que muchas nuevas plataformas de NFT se hayan construido sobre blockchains que utilizan proof of stake, como por ejemplo Tezos.

JB: Ethereum es la segunda criptomoneda más conocida en el mundo, que aparte de hacer transacciones monetarias, también permite crear contratos inteligentes: contratos traducidos a líneas código que se ejecutan automáticamente dentro de la blockchain y que por lo tanto disfrutan de los beneficios de seguridad, descentralización y transparencia nativos de este sistema.

CH: Se elimina el riesgo contractual al no requerir que sea un ser humano el que deba honrar el acuerdo, ya que sucede automáticamente dentro del sistema, algorítmicamente.

JB: Exacto. Y transparente, porque todas esas transacciones van a ese registro descentralizado del que todes tienen copia. A partir de esa tecnología que permite desarrollar contratos inteligentes sobre Ethereum surge la idea de mercados —marketplaces— donde se pueden certificar obras de arte digitales, generar tokens no fungibles que otra persona puede adquirir utilizando la criptomoneda de esa blockchain y sumar a su billetera virtual.

Sobre Ethereum existen varios marketplaces, cada uno con su lógica y distintos niveles de curaduría. Algunos son totalmente abiertos, donde cualquier persona con billetera virtual puede entrar y certificar imágenes digitales. Otros son un poco más exclusivos y hay que postularse y ser aprobado para poder publicar NFT en ellos. Existen marketplaces montados sobre otras blockchains, y estos disfrutan de los beneficios y perjuicios de esa blockchain. Por ejemplo, Tezos es una blockchain que consume menos energía porque utiliza proof of stake, y esto hace que al tokenizar imágenes (certificar una imagen digital para generar un NFT) utilices menos recursos o menos electricidad.

CH: Una idea muy simple y clara que me sirve para entender qué sentido tiene el mundo del NFT es que creó la posibilidad para los artistas digitales de que su obra pueda ser coleccionada de forma nativa al medio digital y por lo tanto de percibir ingresos por su trabajo sin necesidad de hacer esa “traducción” a los medios y circuitos tradicionales que mencionaste más temprano. Es decir, te libera de la necesidad de crear un certificado físico de que sos el autor o dueño de la obra digital, o de tener que imprimir una versión física de la pieza, o de tener que generar parafernalia no digital que vuelva coleccionable una obra de arte digital. Y sumado a eso, algo para nada menor, es que esta posibilidad de que existan contratos inteligentes también permite incorporar directamente al NFT un contrato que dice que sobre cada venta secundaria de esta obra —si alguien compra hoy mi obra y dentro de unos años la vende a un segundo coleccionista— el o la artista cobra también un porcentaje sobre esas ventas. Como este droit de suite está establecido mediante un contrato inteligente, no es necesario que el coleccionista me envíe activamente ese dinero: se envía automáticamente por estar ya codificado dentro del NFT. Esto también es algo muy interesante en términos de poder crear una fuente de ingreso sustentable para la vida productiva de un artista digital.

JB: Totalmente. Yo creo que en la tradición de les artistas que trabajan con tecnología siempre hubo una dificultad para hacerse un lugar en los circuitos tradicionales. En especial, me animo a decir que en regiones como Sudamérica hay muy poco coleccionismo de este tipo. Entonces esta tecnología genera una oportunidad para gente que por años estuvo tratando de participar de algún tipo de mercado o espacio de exhibición, porque aparece una solución totalmente nativa para su obra, que funciona de manera totalmente orgánica porque ya está en ese medio. Genera una posibilidad única y muy interesante en la historia.

Carlos Huffmann: En muy pocos países hay una escena de coleccionismo de arte digital. Existe, pero hay poco. Y da la sensación que este mundo de NFT, asociado al ethos del mundo criptográfico, busca no sólo la descentralización, sino también la des-geolocalización que mencionamos antes. Como si se tratase de un movimiento artístico nativo de Internet. Me llama poderosamente la atención cómo Internet tiene cada vez más características de “lugar”, como una pertenencia. Hay artistas que son más de Internet que del lugar en que su cuerpo de carne y hueso está ubicado y produciendo estas obras. Creo que tiene que ver con el fenómeno de los nómades digitales. Está muy extendido el uso de seudónimos que permiten a la persona adoptar una identidad de Internet diferente de la propia, ¿no?

Julián Brangold: Sí, es una dinámica muy inherente a Internet. Hay una suerte de fluidez con respecto a la identidad, que en el mundo real es quizás menos fácil. En Internet es muy común que existan personalidades alternativas o la posibilidad de explorar aspectos de la personalidad de uno en entornos digitales, algo que en el mundo físico sería más difícil. Entonces, como un desprendimiento de esa pata de la cultura de Internet, surge este espacio de identidad digital. No todes, pero muches sí trabajan con seudónimos, con personajes o con personalidades distintas.

Surge también una dinámica de relacionamiento diferente. Pasa mucho con les coleccionistas, que tienen sus personalidades, sus avatares digitales y no se sabe quiénes son en el mundo offline. Pero tienen mucha voz y mucha participación a pesar de ser personajes anónimos, que al fin y al cabo terminan siendo como entidades un poco paralelas al mundo real. Me ha pasado conocer a la persona física, y que sea muy distinta a esa identidad de Internet.

CH: En relación con esta cuestión de la fluidez de la identidad y de la persona que uno asume en Internet, ya sea como artista, como coleccionista o simplemente como twittero, o lo que fuere, creo que nos permite decir algo sobre una de las formas en que está dominando la imagen que la mayoría de la gente tiene del mundo de los NFT y que son estos retratos de personaje, todos muy parecidos y con pequeñas variaciones. Hay unos dibujos de monos que se llaman Bored Apes que son en este momento la imagen casi emblema del fenómeno NFT. También hay unos leones, unos zombis, diferentes personajes que se constituyen a partir de una silueta predefinida y que van incorporando diferentes ojos, pelo, boca, accesorios. Así se generan miles de estos Bored Apes y cada uno de ellos está “minteado” como un NFT. Algunos se han vendido por cifras increíbles. Aunque formalmente son imágenes muy genéricas, lo que creo que es interesante de este tipo de NFT es que están pensados para ser utilizados como avatar y credencial de pertenencia a un club, real o imaginario. Muchas veces la gente usa esos personajes como su avatar de Twitter u otras redes, y esta imagen pasa a ser parte de su personalidad dentro del mundo digital. Hace unos días hubo una noticia de que Twitter habilitó la posibilidad de que aquellos que usan un NFT como imagen de perfil la linkeen a una plataforma que certifica que esa imagen es un NFT, sobre qué red está ubicado, quién es el dueño, quién lo compró antes, mucha información.

JB: En la jerga se les llama PFP a estos proyectos que tienen muchas unidades que son variación de un mismo personaje. El PFP quiere decir profile picture, foto de perfil.

CH: Está dentro de la idea misma de estas series que serán utilizadas como fotos de perfil.

JB: Sí, dentro del marketing ya está pensado que estos personajes funcionen como la imagen que usás para expresarte en el mundo digital. Me parece igual una buena oportunidad para hacer una distinción, que a veces se pasa un poco por alto: dentro de todas las subculturas de los NFT, existe un coleccionismo muy abocado a los coleccionables digitales (que podrían ser comparados con figuritas de álbumes), y hay todo un mundo cultural y una línea de producción que van por ese lado. Y por otro, están los NFT relacionados con el arte y las obras de arte.

Los PFP, las imágenes producidas en grandes volúmenes, en general son proyectos que están pensados como colecciones digitales, el álbum de figuritas. Y el circuito de coleccionistas que compran eso y la gente que los produce son muy lejanos al “mundillo” de les artistas que certifican su obra con NFT.

CH: Es impresionante cómo han acaparado toda la visibilidad, muchísima gente se enteró de la existencia de los NFT con la aparición de estos coleccionables.

JB: No están en la misma categoría de cosas. El grupo de coleccionistas que usan este medio para especular monetariamente hablan de los PFP por un lado y de los “1/1” (uno de uno) por el otro, señalando que se trata de productos totalmente distintos, cada uno con su propia lógica de inversión. Está claramente diferenciado y se sabe que son cosas completamente distintas: el PFP, el coleccionable digital, el “personajito” de un videojuego y, por otro lado, la obra de arte certificada en blockchain. A mí me parece interesante fantasear una fusión entre esos mundos. Una suerte de debilitamiento de esas barreras que dicen que esto es un coleccionable y esto una obra de arte. En el mundo del arte tradicional pasa hace mucho tiempo algo similar con el diseño y con disciplinas que son linderas al arte tradicional. Hay etapas donde se borran más esas discusiones y etapas donde están más marcadas. A mí el mundo blockchain me resulta interesante porque hay un cuestionamiento de las barreras entre disciplinas, cosas y producciones. Si bien ahora hay una distinción muy clara, me resulta interesante hacer el ejercicio de pensar qué pasaría si un artista digital que tiene una visión más tradicional del arte de repente generara un producto de diez mil piezas de un personaje. Esas tracciones, que son también muy inherentes a Internet, donde las barreras tienden a borrarse un poco más, me resultan muy interesantes para explorar.

CH: Me parece necesario subrayar esto que mencionás del PFP y estos coleccionables, porque tengo la impresión de que la gran mayoría de la gente piensa que los NFT son exclusivamente eso, se instaló que eso es el arte NFT. En algún punto se fagocitó completamente a la escena de artistas que hacen obra digital y utilizan los marketplaces de NFT como forma de darle circulación y entidad a su trabajo.

JB: Totalmente. Que es un poco la eterna lucha entre el mainstream y el under, porque las lógicas que más plata mueven y, por lo tanto, que más atención generan son estas colecciones digitales PFP. Toda la escena de les artistas que tokenizan su obra, y en especial quienes ya hace años que están trabajando con medios nativos digitales, ha quedado un poco invisibilizada por el hype de los coleccionables.

CH: Enfoquémonos en los artistas digitales que simplemente utilizan el NFT como un vehículo para visibilizar y volver coleccionable su trabajo. ¿Cómo caracterizarías, si se puede, el tipo de imágenes que crean, en qué dirección van? He visto que hay algunos más geométricos, más generativos, otros que crean paisajes, otros que ponen objetos tridimensionales flotando en el espacio, algunos pueden ser interactivos. El NFT puede ser un objeto tridimensional con el que podés interactuar dentro de la plataforma. ¿Cómo sentís que es el estado actual de ese mundo discursivo y de imágenes, y en qué sentís que se está transformando?

JB: Te estás metiendo en una de las zonas más complejas porque, como con toda escena del arte, hay de todo. En un principio, cuando yo entré había una supremacía de la imagen generada con programas de modelado 3D y rendereo, era por excelencia el NFT que más atención captaba. Por otro lado, yo entré haciendo dibujos digitales bidimensionales, así que siempre hubo lugar para todes. La fotografía, el render 3D, el arte generativo por código, el collage digital o cualquier cosa que tuviera su final en el medio digital siempre tuvo un lugar en el espacio NFT. Es interesante ver cómo se empiezan a desdibujar un poco las barreras entre lo que es un artista tradicional de galería institucional y les artistas que trabajan como diseñadores gráficos y a la vez hacen otros trabajos más personales: esta distinción entre lo que hacen para les clientes y lo que hacen motu proprio. Todos esos tipos de producción artística se van mezclando, les ilustradores, les collagistas, y se empiezan a desdibujar las barreras entre las distintas disciplinas artísticas. Es un espacio donde el diseño gráfico no está claramente distinguido como algo radicalmente diferente del arte contemporáneo.

CH: ¿Existe algo parecido a la crítica dentro del mundo de los NFT?

JB: Está empezando a aparecer recién ahora. Cuando yo recién entré, hace menos de dos años, casi no existía.

CH: Incluso el concepto de curador está surgiendo dentro del mundo del NFT.

JB: Sí, un montón. Eso mucho más rápidamente que el de la crítica. Pero hay críticos de arte muy conocidos que ya se dedican exclusivamente a escribir sobre NFT.

CH: Me parece interesante vincular todo este fenómeno al hecho de que las plataformas online en general, no sólo las que están vinculadas al mundo crypto, han posibilitado una gran visibilidad para mucha gente que en otro momento definiríamos como “artistas amateurs”. Esta visibilidad hace que artistas que no son “profesionales”, en un sentido tradicional al menos, participen de la economía de los likes y el hit de dopamina que estas interacciones producen. Personalmente sigo a muchos de estos artistas porque admiro mucho el nivel técnico de lo que producen, especialmente en Twitter.

En algún sentido este proceso está desdibujando la figura del artista como una persona radicalmente distinta de todas las demás. Empieza a ser más importante la existencia de un espectro de formas de ser artista. Y esa pregunta sobre cuándo algo empieza a ser una obra de arte y cuándo es “solamente” un dibujo o una ilustración es una pregunta que está siendo redefinida por todos estos fenómenos. Sin duda, cuando uno navega estas plataformas se encuentra con cosas que tienen aspecto de arte contemporáneo, por ejemplo, y otras que parecen pertenecer a otro orden de cosas.

JB: Hay de todo, como lo que podés encontrar en una feria de arte como Art Basel o Frieze. Hay cosas increíblemente interesantes y cosas horribles, todas mezcladas. Acá, como hay más cantidad de cosas, también hay más cantidad de cosas que tiene el potencial de generar impacto visualmente negativo.

CH: Dentro de lo que conocés de ese mundo, ¿qué artistas te parecen más interesantes, qué plataformas están mejor curadas?

JB: Con respecto a las plataformas, como decía antes, existen varias dinámicas. Algunas están más abocadas a cualquier tipo de NFT, cualquier tipo de coleccionable digital, sean estos producidos masivamente tipo figurita o 1/1. Son plataformas que agregan todos los NFT que existen en un lugar donde se puede hacer su intercambio y compraventa.

Hay otras plataformas más abocadas al 1/1, que sería la obra de arte tokenizada, por ejemplo SuperRare, Foundation y Async. Async es muy interesante porque permite hacer obras digitales que, a partir de datos sacados de distintos sistemas en Internet, cambian y tienen distintos estados. Les permite a les artistas hacer obras que pueden tener capas con distintos estados, y vender esas capas individualmente. Para dar un ejemplo muy pavo, la Mona Lisa: una capa tiene dos estados, uno con la boca sonriendo y otro con la boca triste, un coleccionista puede comprar la capa que contiene los estados de la boca exclusivamente y puede controlar qué estado tiene esa capa, si sonriente o triste; otre coleccionista puede ser propietarie de la capa del color del vestido por ejemplo y elegir qué color le pone según sus ganas. El o la artista que hace esa obra de arte crea distintos estados para las capas (es decir, define cuáles son las “opciones”), y también capas autónomas que se actualizan automáticamente, por ejemplo, cuando es de día la obra tiene un cielo diurno, o luego, cuando es de noche, cielo nocturno. Esas capas se actualizan solas. Estoy dando un ejemplo muy rudimentario, pero hay ejercicios súper interesantes que se están haciendo con ese tipo de tecnología.

CH: ¿Async es la única plataforma que te permite ese tipo de programabilidad de los NFT?

JB: Sí, la única por ahora. Luego Opensea y Rarible son plataformas agregadoras donde uno encuentra todo tipo de productos NFT, mucho más caóticas y más difíciles de navegar. Todo esto hablando de lo que está en la red Ethereum. Después, sobre la blockchain Tezos existe una plataforma que se llama Hic et Nunc, que hace uso de esta blockchain y donde las transacciones gastan menos energía y tiene menos impacto ecológico, las dinámicas de precios suelen ser un poco más bajas y las transacciones más baratas. Pero literalmente ahora existen cientos de plataformas, todas con su propia blockchain y sus propias dinámicas, algunas con curaduría más minuciosa a la hora del ingreso.

Vos que estás más metido en el mundo del arte tradicional que yo, ¿qué críticas has escuchado y cómo es tu experiencia con respecto a la gente que está más involucrada en el arte?

CH: Creo que el principal motivador del movimiento que busca criticar muy fuertemente al mundo del NFT es evitar la adopción masiva de NFT y, por lo tanto, del mundo crypto en general, que por muchas razones es visto como un desarrollo negativo o potencialmente peligroso. Lo que creo que es una razón muy bien justificada para esta resistencia feroz al medio, porque estamos en un momento donde ese aspecto del mundo NFT, el de los PFP y los coleccionables, está siendo muy dominante. Este aspecto del ecosistema es muy tóxico, extremadamente especulativo y muy impulsado por agentes que quieren hacerse muy ricos muy rápido y que sostienen económicamente la proliferación descontrolada de nuevas plataformas y, por lo tanto, de nuevas blockchains, y por lo tanto de más máquinas consumiendo energía para sostener esas blockchains. Hay una explosión del fenómeno, y eso en la era del cambio climático es algo muy preocupante, por lo tanto, hay una idea de bajarles el precio a los NFT, inclusive demonizarlos. Creo que hay muchas personas que recibieron la información de que el mundo blockchain es contaminante y que el NFT está generando mucha adopción de esta tecnología, y entonces sencillamente deciden demonizarlo sin saber muy bien de qué se trata ni a quiénes están atacando. Porque hay personas como vos que vienen trabajando desde antes de esta gran explosión, haciendo su obra, pudiendo volverla coleccionable a través de eso, y ahora quedaron mezclados dentro de una bolsa donde hay un elemento de agentes puramente especulativos totalmente descontrolados.

JB: Obviamente que todo este ecosistema no existe sin sus problemas, tiene sus lados oscuros y malísimos, y hasta en muchos casos impacta negativamente sobre la calidad de la producción artística. Lo que sí está bueno mencionar, aunque quizás sea un poco técnico, es que el NFT representa una fracción de la utilización de estas blockchains y las transacciones se montan sobre operaciones que suceden de todos modos. Por lo que si uno tokeniza un NFT utilizando una transacción de Ethereum, esa transacción va a suceder de cualquier modo y el NFT utiliza sólo una fracción de recurso en relación con toda la actividad que hay en esa blockchain. Por ejemplo, Ethereum tiene algo que se llama finanza descentralizada, que son operaciones financieras como staking, préstamos, inversiones, etcétera. Toda esa actividad sobre la blockchain, que tiene bots y funciona automáticamente haciendo microtransacciones de segundos de diferencia, hace que, en comparación, lo que se gasta en NFT de esos recursos sea una fracción muy muy mínima.

CH: También algo muy interesante es que en el mundo crypto en algún punto persistía la pregunta de para qué sirve realmente, más allá de ser una moneda descentralizada, etcétera. De alguna manera el NFT en su vinculación con el arte fue una de las primeras implementaciones del mundo crypto en algo que no sea simplemente una moneda regulada en términos de emisión monetaria por un sistema algorítmico. Y eso fue bastante revolucionario. De hecho, escuché a Vitálik Buterin, uno de los fundadores de Ethereum, decir en una entrevista que a él el arte no le interesa y que los NFT le parecían algo menor, pero que había cambiado de opinión totalmente porque reconocía que había sido una de las primeras implementaciones realmente importantes de Ethereum y del mundo crypto en general. Visto desde la comunidad artística, le cambió la vida al y a la artista digital porque de repente su obra se volvió coleccionable. Es súper interesante que el arte funcionara como una especie de punta de lanza para volver masivo este fenómeno y seguramente hizo que mucha gente empezara a participar del sistema, se abriera su “billetera crypto” y empezara a comprar Ethereum. El impacto publicitario fue enorme, especialmente a partir de la famosa venta en Christie’s por la demencial cifra de sesenta y nueve millones de dólares de un NFT de Beeple. Eso marcó un antes y un después.

JB: Sí. Además, que haya sido en Christie’s, una súper casa de subastas del mundo tradicional del arte, y el titular que más se discute es el de la venta más grande de la historia de los NFT. Esto fomentó una visión de que el espacio está basado en los números, en la especulación financiera, y la fantasía de que les artistas se están haciendo multimillonarios, y esto generó una resistencia o idea superficial de que hay que atacar a este tipo de nuevas manifestaciones. Pero sí es cierto que hay problemas dentro del ecosistema crypto y el NFT.

CH: Si hablamos de las obras, siento que en muchos casos siguen la lógica de viralidad, donde lo importante no es el aura del objeto único, sino que la imagen se replique exponencialmente. Esto incentiva a que las imágenes, en vez de buscar ser epistemológicamente complejas y desafiantes, y de interpelar al tipo de mirada activa que habitualmente requiere el arte contemporáneo, más bien traten de ser bastante predigeridas y atractivas en un sentido hegemónico, fácilmente viralizables. Una posible crítica, desde la tradición crítica más tradicional del arte, es que muchas veces el mundo del NFT, por asociación a la lógica de la viralidad, promueve imágenes de consumo muy rápido y fácil, acrítico. Esta crítica se le puede aplicar a un porcentaje muy grande de lo que veo como el emergente natural de lo que hacen los artistas en el mundo del NFT. Habiendo dicho eso, para mí hay algo históricamente interesante en la idea de que este ecosistema facilita que cualquiera pueda ser productor y que cualquiera pueda tener una obra con circulación, y de que sea un ecosistema con mucho menos gatekeeping que el del mundo del arte, porque no necesitás ser incorporado a una galería importante de una ciudad céntrica para que tu obra participe del mercado. Eso creo que es de una potencialidad democratizante muy intrigante respecto de cuáles son sus consecuencias en el largo plazo. Más allá de si me parecen obras interesantes o que me dejen pensando —en la mayoría de los casos no ocurre así—, hay algo de la transformación que le impone a la figura del artista y la “vanguardia” que es realmente nueva y disruptiva. Siento que es un estadio nuevo dentro del proceso mediante el cual la cultura de Internet está desafiando la validez de algunas premisas centrales del arte contemporáneo.

JB: Quiero volver un poco a lo que decías antes respecto a esto de que pareciera que ahora todes somos artistas. Me interesa señalar que los medios que se utilizaban para esa distribución masiva de imágenes antes de la existencia del ecosistema NFT son las redes sociales. Estas plataformas tienen un poder centralizado, son empresas con un board que tiene que satisfacer determinados intereses de capital. Y esas plataformas tienen cautiva a tu audiencia: vos podés hacer una audiencia de miles de personas, produciendo algo muy interesante, pero el día de mañana la plataforma decide que sos alguien políticamente no deseado porque dijiste algo que a ellos no les gusta y pueden decidir no mostrar más tu producción y tu contenido a tu público. Entonces, lo que es interesante de la blockchain y estas tecnologías, es que no existe esa posibilidad de que alguien baje el switch y te silencie. Esa descentralización y la idea de que la información está distribuida entre todes quienes participan tienen también ese potencial de no ser censurable el día de mañana. Eso me resulta una parte importante.

Y otra cosa que me resulta muy interesante es que en realidad lo que estamos haciendo cuando generamos un NFT es crear una escasez artificial de algo que naturalmente no es escaso, porque el archivo digital puede ser replicado infinitamente. Cuando uno adjudica un token a un archivo digital, está diciendo que esa copia del archivo digital es más importante que otras, y va un poco en contra de la idea de abundancia eterna que tienen la tecnología y lo digital. Es interesante pensar en los memes, que serían como mentalidad de colmena y un poco pertenecen a todes, y la idea de que de repente aparece el/la creador de ese meme y puede lucrar por haber sido el punto de partida de ese pequeño pedazo de cultura.

Yo lo veo como un paso más. No le adjudicaría una valoración ni positiva ni negativa. Creo que es un paso transicional hacia otra cosa, que será más interesante que el hecho de que una persona que hizo un meme aparezca veinte años después y se haga millonaria.

CH: Es claro que estamos en una fase muy inicial de algo todavía bastante indefinido que se suele llamar Internet 3.0, que pareciera ser una Internet cada vez más atravesado por blockchains y una ética de descentralización.

JB: Creo que se podría definir como una Internet facilitada por muchas herramientas relacionadas a blockchain y las tecnologías criptográficas, donde empiezan a aparecer mediaciones que facilitan procesos como por ejemplo el apoyo a proyectos, la difusión de información, la comercialización, la propiedad. Hace poco escuchaba sobre un grupo de artistas/podcasters que se alejaron un poco de la escena tradicional del arte y están orientándose a plataformas de crowdfunding y Patreon y formas de financiar su práctica de manera más diseminada que lo que puede ser la venta de obras a través de galerías. Y como siguiente paso están generando una plataforma de gobernanza, donde todas las personas que aportan para escuchar el podcast, que pagan una mensualidad o compran un NFT para escuchar o consumir los contenidos, reciben un token de gobernanza que les va a permitir votar y así poder decidir respecto de los proyectos que se van a hacer, la estética de la página, las temáticas que se van a discutir o las personas a las que se va a entrevistar. Empieza a aparecer una participación donde la misma comunidad es la que genera el producto que está consumiendo. Desde el punto de vista de las empresas tradicionales y de las redes sociales que conocemos hoy —una Internet estructurada por cuatro o cinco empresas gigantescas que tienen una mano metida en todos los productos— es bastante revolucionario eso.

CH: En algún punto, sería como una Internet que se independiza aún más de las entidades que la sostienen como mediadoras que aportan seguridad a la red. Hablo de bancos, el Estado, de Google o Paypal en cuanto empresas con obligaciones para con sus accionistas. Uno puede programar relaciones de carácter contractual dentro de Internet, existir cada vez más plenamente online.

JB: Internet en un momento tuvo esa fantasía de que iba a ser el lugar donde la gente iba a poder democratizar los procesos y que iba a poder ser independiente de las grandes instituciones. Pero ese sueño se fue muriendo con la aparición de todas estas grandes empresas. Yo creo que ahora hay una intención de retomar la idea de que las comunidades se pueden autogobernar, las decisiones se pueden tomar de manera transparente y autosustentable sin necesitar un mediador. Hoy en día te anotás a un evento under de criptografía y seguridad informática y sin darte cuenta estás dejando tus datos registrados en un google form, y ya eso está mediado. La web 3.0 tiene la potencialidad —no digo que efectivamente vaya a suceder así— de independizar Internet de estas grandes empresas que tienen todos los datos, todo el control.

CH: Porque lo que va a estar mediando esos datos es un sistema programado que no tiene agencia propia. No es una persona, simplemente es un sistema que aglutina y organiza sin la necesidad de un ser humano que tenga que dar su aprobación.

JB: Claro. Nadie que el día de mañana pueda tomar decisiones que vayan en contra del interés de la gente que está participando en ese sistema.

CH: Que no puede hacer nada para lo cual no haya sido programado, literalmente.

JB: Sí, estamos especulando mucho, pero sí. Estas tecnologías tienen esa potencialidad.


Esta conversación tuvo lugar el 29 de enero de 2022.